LLega el verano y el tiempo se convierte en eterno, las ideas se nos van agotando, vamos tachando planes de la lista… Y recurrimos a la memoria histórica…
Este fin de semana decidimos coger la maleta, el coche e irnos al pueblo unos días a descansar con las peques.
En mi mente tenía el recuerdo de las excursiones que hacía con mis padres y tíos de pequeña, así que allá que nos fuimos.
LLegamos el sábado a comer a Enguera, e hicimos una parada obligatoria para degustar el arroz al horno del Bar Los Arcos. Todos los sábados forma parte del menú del día. Un bar de los de siempre, junto a la Plaza de Enguera.
Después de la siesta, estamos en verano y a esas horas en el interior el calor es abrumador, y las duchas decidimos, ir hasta Navalón., una pedanía que pertenece al municipio de Enguera, situada a 22 km de distancia.
Una vez en el coche, y tras sumergirnos en las montañas de la Sierra de Enguera, de oír el silencio, como mucho el sonido de las chicharras, llegamos a Navalón:
Desde allí, nuestra idea era ir al área recreativa de Las Arenas.
El espacio es perfecto, cuenta con una zona para hacer «torrás», que lógicamente en estas fechas está precintado.
El bar remodelado, pero sigue como hace muchísimos años…
Pasar el día rodeado de naturaleza es uno de los mejores «placeres» del verano.
Por ponerle un pero, hay un parque infantil, que recuerda a los de antaño. Es más, yo diría que en mi álbum familiar, tengo una foto en ese tobogán.
La atención del camarero del Restaurante Las Arenas fue genial: amable y simpático
Desde allí, preguntamos para ir a ver caballos, y nos enviaron a una casa particular, que se encontraba a unos kilómetros de distancia, y es desde donde está tomada la primera foto.
Muchas gracias a Jose, por ser tan encantador y dejarnos entrar en su casa a ver los caballos.
Un plan genial para disfrutar con niños.
Además, nos hemos dejado pendiente acercarnos a un par de Complejos que hay por la zona.. El Teularet y Navalón Turístico. Así que en cuanto vayamos por la zona os contamos…
